31 de agosto de 2013

Drones: Arqueólogos usan naves no tripuladas para proteger el Patrimonio (Perú)

En Perú, hogar de la ciudad inca Machu Picchu y de miles de antiguas ruinas, la arqueología ya está usando naves no tripuladas para acelerar sus labores de búsqueda y proteger estos lugares de los invasores, huaqueros, constructoras y mineros informales. Los drones, o naves no tripuladas, fueron desarrolladas para fines militares y son una controversial herramienta en las campañas antiterroristas de Estados Unidos, pero la baja en los precios de esta tecnología ha permitido que sea usada cada vez más en proyectos civiles y comerciales en todo el planeta. Pequeños aviones no tripulados han estado ayudando a que un creciente número de arqueólogos en Perú produzca modelos tridimensionales de los lugares en los que trabajan en lugar de los habituales mapas planos, y en días o semanas en vez de meses o años. La rapidez es un aliado importante para los arqueólogos en Perú. La economía local ha crecido a un promedio anual del 6,5 por ciento en la pasada década y la presiones relacionadas con el desarrollo, ha superado al saqueo como la principal amenaza para los tesoros culturales del país sudamericano. Los arqueólogos aún están conmocionados tras la destrucción en julio de 2013, por firmas constructoras, de una pirámide cerca de Lima, edificada hace 5.000 años. Ese mismo mes, una comunidad cerca de las ruinas preincaicas en Yanamarca denunciaron que mineros informales estaban dañando unas enormes estructuras de piedra en su búsqueda de cuarzo. Invasores y agricultores buscan con frecuencia tomar tierras cerca de lugares antiguos como Chan-Chan en la costa norte de Perú, considerada la mayor ciudad de adobe del mundo. Los arqueólogos dicen que los aviones no tripulados pueden ayudar a definir fronteras para proteger estos sitios, vigilarlos y crear un archivo digital de las ruinas que permita reconstruir cualquier daño que se produzca.
"Los vemos como una herramienta vital para la conservación", sostuvo Ana María Hoyle, arqueóloga del Ministerio de Cultura. Hoyle dijo que el Gobierno planea comprar varios aviones no tripulados para usarlos en lugares diferentes y que esta tecnología ayudará al ministerio a cumplir con una nueva ley que ha reducido los plazos para determinar si un área en la que se edificará infraestructura contiene restos culturales. Los drones ya le están ahorrando tiempo a los arqueólogos a la hora de elaborar mapas de los sitios, un paso crucial pero muchas veces lento antes de iniciar trabajos de excavación. Tradicionalmente, delinear esos mapas involucra tediosas observaciones con teodolitos o lápiz y papel. "Con esta tecnología pude hacer en pocos días lo que antes me había tomado años", dijo Luis Jaime Castillo, arqueólogo de la Universidad Católica de Perú y viceministro de cultura, que planea usar los aviones no tripulados para proteger el patrimonio. Castillo comenzó a usar uno de estos aviones hace dos años para explorar San José de Moro, una zona donde fueron sepultados varias sacerdotisas y miembros de élite de sucesivas civilizaciones costeras como la Moche, que se extiende por 150 hectáreas en un valle en el norte de Perú. "Siempre quisimos tener vista de pájaro de los lugares en los que estamos trabajando, y ahora podemos", agregó Castillo. En el pasado, los investigadores han arrendado aviones de fumigación o hasta adosado cámaras a cometas o globos llenos de helio para hacer sus trabajos, sobre todo en sitios grandes, pero esos métodos pueden resultar costosos y poco efectivos. Ahora, pueden construir drones lo suficientemente pequeños como para ser sostenidos con dos manos por unos 1.000 dólares. "Es como tener un escarpelo, se puede controlar minuciosamente", dijo Jeffrey Quilter, arqueólogo de la Universidad de Harvad. "Puedes subir tres metros y fotografiar un cuarto, 300 metros y fotografiar un lugar o 3.000 metros y fotografiar un valle entero", agregó.
Varios de estos vehículos aéreos no tripulados ya volaron sobre al menos seis lugares arqueológicos en Perú en el último año, incluyendo un pueblo andino a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar. Perú es famoso por la ciudadela de Machu Picchu, considerada una de las siete nuevas maravillas del mundo, y por las misteriosas líneas de Nasca, dibujadas en un desierto hace más de 1.500 años y que pueden ser apreciadas mejor desde lo alto. Pero los arqueólogos están muy interesados en otros hechos del pasado prehispánico de Perú, como las culturas costeras que usaron la irrigación en áridos valles, el imperio Wari que conquistó los Andes antes que los incas y los agricultores ancestrales que parecen haber cosechado hace unos 10.000 años. Con un presupuesto para arqueología de unos 5 millones de dólares, el Ministerio de Cultura lucha para proteger a los más de 13.000 sitios arqueológicos que hay en el país. Solo cerca de 2.500 han sido demarcados apropiadamente, según el Gobierno. "Todos los sitios por ley son intangibles", dijo Blanca Alva, del Ministerio de Cultura. "Pero cuando no están delimitados entonces invaden, destruyen, borran del mapa al sitio", acotó. Steve Wernke, un arqueólogo de la Universidad de Vanderbilt que explora el cambio del dominio inca al español en los Andes, empezó a interesarse en los drones hace más de dos años. Usó un paquete de drones a una firma basada en Estados Unidos que costaba unos 40.000 dólares. Pero luego de que el pequeño avión registró problemas al volar en el aire andino, Wernke y su colega, la ingeniera Julie Adams, se unieron para construir dos naves por menos de 2.000 dólares. Como siguen afrontando problemas con la altura andina, Wernke y Adams ahora planifican construir un drone dirigible. "Ahora hay una enorme democratización de la tecnología", dijo Wernke, quien agregó que las páginas web en las que se enseña a hacerlos en forma casera -como DIYdrones.com- han alentado a los interesados a compartir la información. "El software con el que operan estos artefactos está abierto a todos. No ha sido patentado por una compañía", dijo.
Todavía existen obstáculos con el uso de estas naves en la arqueología. Sus baterías son grandes y de corta duración, los interesados pueden demorar el aprender a trabajar con el software y a casi todos los drones se les dificulta volar a gran altitud. En Estados Unidos, el amplio uso de estas naves ha generado preocupaciones por la privacidad y seguridad que han demorado la aprobación de su regulación. Varios estados han redactado proyectos de ley para restringir su utilización. Pero en Perú, los arqueólogos dicen que es solo cuestión de tiempo para que los drones reemplacen totalmente a las antiguas herramientas que se usan actualmente y que esta tecnología debe ser acogida para usos menos destructivos. "Mucha de la tecnología que usamos proviene de la guerra", dijo Hoyle. "Es natural que esto esté ocurriendo", agregó.



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