4 de mayo de 2012

Levantamiento de 300 estructuras en Rapa Nui: Registro y documentación


Tupa u observatorio astronómico en La Pérouse 
Foto: Alex Guerra 2005
Resumen
Se realizó un registro de 377 estructuras arqueológicas domésticas, 124 de éstas levantadas por la Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea, y otras 253 no levantadas, con el objetivo no sólo de presentar los resultados del catastro, sino también, y principalmente, de exponer un análisis sobre la situación de los trabajos realizados por la asociación y su implicancia.
Palabras clave:
Estructuras domésticas, levantamiento, registro, gestión.

Introducción: descripción y objetivos del proyecto
A pesar de la importancia internacional del patrimonio arqueológico de Rapa Nui, éste ha recibido muy poca inversión para su restauración y conservación, constatándose un acelerado proceso de deterioro producto de causas naturales y antrópicas. Las acciones que se han desarrollado, se han concentrado en los sitios de mayor importancia desde el punto de vista de su espectacularidad megalítica y potencialidad turística, no contemplándose para la mayor parte del patrimonio arqueológico medidas concretas y efectivas de conservación, restauración y puesta en valor.
A pesar de que el acuerdo general entre los especialistas en arqueología de la isla es privilegiar la conservación por sobre la restauración, un grupo de personas de origen rapanui (Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea) ha venido desarrollando actividades de levantamiento de un conjunto de estructuras arqueológicas como manavai (estructuras para cultivos), hare moa (gallineros), y pipi horeko (hitos demarcatorios), derruidos principalmente producto de la actividad ganadera en épocas históricas, y en muchos casos altamente intervenidos debido a la utilización de sus rocas en la construcción de pircas y otras obras.
De esta forma desde  el año 2000, cerca de 150 estructuras han sido levantadas en diversos sectores de la isla (Maunga O-Pipi, Peka Peka, Pua Pau, Te Ava de Anakena, Anakena, Ovahe, Te Pito Kura, Te Peu, La Pérousse, Rano Raraku, Ohiro, Papa Vaka y Tahai). Sin embargo la falta de financiamiento ha obstaculizado la existencia de asesoría técnica necesaria para un adecuado registro de estas evidencias arqueológicas, para futuras investigaciones.
En el marco del proyecto Fondart 1CL05201-2005-15578, Area Recuperación, Línea Conservación y Difusión del Patrimonio Cultural, se realizó el registro de 377 estructuras arqueológicas domésticas, 124 de éstas levantadas por la Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea, y otras 253 no levantadas, que consistió en la toma de la posición geográfica de cada estructura (a través de GPS), la fotografía digital, la toma de medidas, el dibujo a escala (sistemas CAD) (Figuras 1 y 2), y siempre que fue posible, fecha de restauración en el caso de las estructuras intervenidas. Con estos datos se elaboró un Inventario y un Informe técnico,  analítico y crítico detallando algunas actividades realizadas por la Asociación desde el año 2000 hasta el 2005, y todas las actividades dentro del presente proyecto.
Además, como actividad complementaria, se incorporó al proyecto un programa de capacitación a los miembros de la Asociación y a sus familiares que participan de los trabajos (principalmente niños y jóvenes), en aspectos técnicos sobre arqueología, restauración y conservación de patrimonio, con el fin de que obtengan conocimientos básicos sobre el tema, y sobre todo de crear una instancia de comunicación y entendimiento, necesarios para superar el conflicto entre la visión de la comunidad científica y la de la comunidad rapanui. En estas reuniones se explicó el proyecto, y se espera que sirvan también para el fortalecimiento de la Asociación como grupo.
Idealmente, estas actividades deberían desembocar en un cambio en la continuidad de los trabajos por parte de la Asociación, que deberán en el futuro realizarse en conjunto con especialistas en arqueología, restauración y conservación, lo cual permitiría un correcto registro de los trabajos, incluyendo la toma de muestras para análisis arqueológicos e históricos, condición indispensable para la restauración de cualquier estructura patrimonial (que deberá diferenciarse de la reconstrucción, en la que no se tiene en cuenta la anastilosis ni elementos reconocibles que indiquen la integración posterior a la estructura). Asimismo, dicho cambio debería servir para validar las actividades de la Asociación, que como grupo descendiente de los productores de las estructuras con las que trabajan, debe participar en la gestión y administración de las mismas.
Los objetivos principales que persigue el proyecto son: el registro y documentación de estructuras arqueológicas restauradas por la Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea desde el 2000 al 2005, la elaboración de un Inventario y un Informe técnico, analítico y crítico, sobre los trabajos realizados por la Asociación desde el 2000 al 2005, exponiendo un análisis sobre la situación de los trabajos realizados por la asociación y su implicancia, y la capacitación a los miembros de la Asociación y sus familiares participantes de los trabajos, sobre arqueología, restauración y conservación de patrimonio.

Autogestión local del patrimonio desde la arqueología
La relación entre la arqueología y la gestión plantea el desafío de articular la investigación científica, para alcanzar una profunda reflexión acerca de los procesos y dinámicas sociales.
El proceso de gestión, debe ser llevado a cabo en conjunto con las comunidades, como forma de tomar conciencia de los fenómenos sociales que las afectan y permitiendo que los investigadores realicen un aporte concreto y centrado no sólo en la teoría, sino desde la misma práctica y ello debe ser acompañado por el reconocimiento del papel que la cultura cumple en tal proceso no sólo de investigación sino de transferencia a los sujetos protagonistas, lo que conduce a un replanteamiento del papel social de los investigadores en el actual contexto crítico chileno.
De acuerdo a conceptos incorporados por el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en 1992 (Fuentes UNESCO 1996) para la propuesta y declaración de sitios del patrimonio mundial, se ha creado la categoría de paisajes culturales definiéndolos como lugares que han sido creados, formados y preservados por los vínculos e interacciones entre el hombre y su entornoel éxito de su conservación depende del mantenimiento de esos vínculos.” Considerando que los sectores tratados por la Asociación E Toru Hanua Nua Mea son paisajes culturales según la anterior definición, podemos concluir que en su conservación debería estar integrada la comunidad que siempre los ha habitado y ha interactuado con su entorno.
En coincidencia con estos conceptos, en la Política para el Manejo de Recursos Culturales (Molinari 1998), se citaba que “el valor de un recurso cultural estará dado en atención a su contexto de asociación, considerándose como recurso tanto la totalidad del recurso como sus partes constitutivas, naturales y culturales.” y que “En su evaluación se estimará también el entorno natural del emplazamiento, el cual es soporte de la concepción, creación  y significado del recurso cultural.”
Existen tres categorías de paisajes culturales para la UNESCO: 1. los claramente definidos, pensados y creados intencionalmente por el hombre, que Stanley Price (1997) establece como paisaje concebido (jardines, ciudades, conjuntos de templos, etc.), 2. el paisaje esencialmente social activo en la sociedad contemporánea, estrechamente asociado al modo de vida tradicional, que refleja la forma de actuar del hombre sobre la naturaleza para satisfacer necesidades sociales y económicas (campos de cultivo, corrales, aleros, etc.), definido como paisaje evolutivo por Price (1997), y 3. el que está marcado por la fuerza de la asociación de lso fenómenos religiosos, artísticos o culturales del elemento natural, más que por las huellas culturales tangibles (por ejemplo un sitio que se refiere a un hecho histórico), paisaje asociativo para Price.
Teniendo en cuenta que  la conservación de recursos culturales en Rapa Nui apunta a un manejo integrado del patrimonio natural y cultural y que, como dijimos más arriba, estos recursos culturales deben considerarse en su totalidad con sus partes constitutivas, naturales y culturales y que en su evaluación se estimará también el entorno natural del emplazamiento, el cual es soporte de la concepción, creación  y significado del recurso cultural,  podemos conceptuar a la isla como un claro ejemplo de indisociabilidad de valores naturales y culturales a preservar.
Si fragmentamos o dividimos este todo compuesto por lo cultural y lo natural, imaginándolos separados de sus relaciones, como algo que es y funciona de forma independiente, lo estamos reduciendo de su verdadero significado y resulta lógico pensar que podemos poseerlo, y esta desvinculación tendrá sus consecuencias directas cuando lo manejemos, al no medir los efectos que tendrá sobre las otras partes del todo. Somos partícipes, y no poseedores, somos parte y no dueños del patrimonio, y para un manejo eficaz debemos tener en cuenta el  conjunto de valores que el bien representa para todas las partes involucradas (Molinari et al 2000, Molinari 2002).
Fundamentamos la importancia de la participación de la comunidad en la gestión del patrimonio en estos conceptos. Sin embargo, en los trabajos que realiza la Asociación E Toru Hanua Nua Mea se dan circunstancias que suponen aportes positivos y negativos al tema de la gestión, y provocan opiniones encontradas que analizaremos.
La Asociación ha venido realizando levantamientos de estructuras domésticas que por una parte no han captado la atención de los investigadores hasta el momento en que estos trabajos han comenzado, ya que los esfuerzos, proyectos y excavaciones han estado enfocadas sobre todo al estudio de los ahu, los moai, eventualmente de las cuevas y últimamente de los sistemas de cultivo (sin tener en cuenta en excavaciones, los manavai). Por otra parte, se ha notado que el levantamiento y mantenimiento de estas estructuras, evitan una serie de acciones destructivas de las mismas, como son el vandalismo (extracción de rocas para la pesca y construcciones domésticas como pircas, extracción de material arqueológico por parte de turistas que practican el temido “souveniring” en estructuras que reflejan un estado tal de abandono que provoca el sentimiento de desvalorización), el derrumbamiento de estructuras por la acción de rascado del ganado, la quema de piedras pertenecientes a estructuras arqueológicas por la acción de fuegos no controlados en sectores con alta densidad de vestigios, y la rotura de estructuras por la acción de las raíces de flora intrusiva.
El hecho de que una estructura se encuentre restaurada (o en otros casos, interpretada, y debidamente señalizada), la protege de acciones vandálicas actuando como barrera psicológica, ya que resulta mucho más difícil extraer una roca u otro material arqueológico de “algo” que parece ser valorado y cuidado, que de una acumulación de rocas que parece ser una estructura, pero que nadie se ha tomado la molestia de proteger.
Existen además estructuras que han resistido en el tiempo hasta que el ganado, que pasta libremente alrededor y sobre las mismas, comenzó a derrumbarlas por la acción de rascado, sin que se haya tomado ningún tipo de medida.
La quema no controlada de terrenos, provoca la quebradura de paengas, poros y piedras no trabajadas pero pertenecientes a estructuras arqueológicas, sin que tampoco se hayan tomado medidas al respecto.
Finalmente, las estructuras levantadas por la Asociación son desmalezadas y mantenidas periódicamente, evitando con ello que se sigan quebrando por la acción de raíces de árboles y arbustos como el miro tahiti, el guayabo o el palto,  y disminuyendo el negativo impacto visual que provocan pastos como el toroko, el mauku piro, el chocho o el cardo.
El argumento del impacto negativo del levatamiento debido a la pérdida de información histórica sobre la estructura o el sitio, es relativo, ya que consideramos que los depósitos arqueológicos  no se ven mayormente dañados o contaminados ya que el levantamiento implica solamente el movimiento de rocas que se hallan en superficie, sin involucrar remoción del suelo o el subsuelo, según observaciones realizadas durante el presente proyecto, del levantamiento de un hare moa en Anakena, y comunicaciones personales de miembros de la Asociación, que explican el proceso de reconstrucción teniendo en cuenta la forma original de cada estructura siguiendo el perímetro marcado por los cimientos.
Ahora bien, desde la arqueología, y para que estos trabajos pudieran ser valorados desde todo punto de vista, habría que complementar el trabajo de los miembros de la comunidad, con un trabajo técnico previo y posterior, necesario para una adecuada presentación de los fundamentos y un adecuado registro de estas evidencias arqueológicas, para futuras interpretaciones.

Autogestión local del patrimonio desde las instituciones locales
¿Cómo enfrentan las instituciones locales las acciones de la comunidad rapanui sobre su patrimonio? ¿Cómo reconocen sus derechos sobre el mismo manteniendo además ciertas normas que lo protegen?
En general todas las instituciones locales están de acuerdo en que los trabajos de levantamiento de estructuras realizados por la Asociación son bien intencionados y poseen cierto valor desde la perspectiva que protegen de alguna manera las estructuras, y pusieron el tema sobre la mesa, lo que abrió diversos debates que deben desembocar en futuras acciones positivas.
Pero es la total carencia de asesoría técnica antes y durante los trabajos (con la consecuente carencia de informes, registros o interpretaciones), y el desinterés por actuar dentro del marco legal, lo que de forma unánime ha llevado a poner en duda el valor de estas acciones. Sin embargo, no se ha podido poner un límite a las mismas, por una serie de circunstancias que tienen que ver, por una parte con el desfase de la Ley de Monumentos Nacionales que además entra en conflicto con la Ley Indígena, y por otra con la carencia dentro de la isla, de una política específica para la conservación del patrimonio. Si a esto le sumamos que la toma de decisiones se realiza de forma conjunta entre un sinnúmero de instancias, que difícilmente llegan a un acuerdo unánime, nos encontramos con que poner límite a una acción que posee más efectos positivos que negativos, es casi imposible.

Reuniones con la asociación
En estas reuniones se pudo percibir una gran debilidad en la asociación como grupo y como equipo de trabajo, que en realidad se limita a un núcleo familiar, que en definitiva realiza acciones en nombre de una Asociación que agrupa a 25 personas de las cuales trabajan sólo dos.
Los motivos de dicha circunstancia son variados, pero en ningún caso creemos que sea un acto malintencionado o premeditado de los formadores del grupo, sino que por diferencias y conflictos internos la situación se fue convirtiendo en lo que actualmente es, la cual podría y debería revertirse, en nombre de la utilidad que la Asociación supone para la comunidad y su frágil patrimonio.

Catastro y registro de las estructuras
De ahora en adelante, nos referiremos a las estructuras modificadas por la Asociación E Toru Hanua Nua Mea, como estructuras levantadas, considerando que la restauración debe incluir la participación de especialistas en arqueología, restauración y conservación, lo cual permitiría un correcto registro de los trabajos, incluyendo la toma de muestras para análisis arqueológicos e históricos, condición indispensable para la restauración de cualquier estructura patrimonial (que deberá diferenciarse de la reconstrucción, en la que no se tiene en cuenta la anastilosis ni elementos reconocibles que indiquen la integración posterior a la estructura).
Durante el catastro se procedió a desmalezar dentro y fuera de las estructuras, tanto levantadas como no levantadas, con la finalidad de facilitar la tarea de prospección, ya que la cubierta vegetal (mauku piro, toroko, cardo y chocho principalmente) entorpecía este proceso y no permitía en algunos casos su correcta observación y registro fotográfico. La extracción de estas malezas sirvió además para disminuir el negativo impacto visual que generan en los sitios, atajar la ocurrencia de incendios y erradicar raíces dañinas para las estructuras arqueológicas.
El catastro comenzó a principios de julio y terminó a finales de agosto, en los sectores de Maunga O-Pipi, Peka Peka, Pua Pau, Te Ava de Anakena, Anakena, Ovahe, Te Pito Kura, Te Peu, Ohiro, Papa Vaka, La Pérousse, Rano Raraku y Tahai (Figura 3). No se registraron solamente las estructuras intervenidas por la Asociación E Toru Hanua Nua Mea, sino también todas aquellas que se encuentran en sus alrededores, no restauradas, como hare vaka, hare oka, pavimentos, alineamientos de paenga, paenga sueltas, jardines domésticos, cuencos de moler, ana kionga y petroglifos.
Para el registro en terreno se utilizaron fichas donde se anotaron los puntos geográficos (a través de GPS), las medidas (con huincha), los números de fotos (con cámara digital para su presentación junto con el Inventario, y escalímetro para la visualización de la escala y la orientación) y un dibujo de planta de cada estructura (que fue debidamente digitalizado a través de sistemas CAD para su presentación en el Inventario).
La prospección arqueológica de estos sectores resultó en la documentación de 377 estructuras prehistóricas de piedra en superficie, 124 de ellas restauradas y 253 no restauradas (Figura 4). El sector de Peka Peka ha resultado el de mayor densidad (84 estructuras registradas), seguido de Te Pito Kura (49), Te Peu (38), Te Ava de Anakena (36), La Pérousse (31), Papa Vaka (29), Pua Pau (27), Anakena (20), Rano Raraku (16), Ovahe (15), Maunga O-Pipi (15), Ohiro (10) y Tahai (5) (Figura 5). Se refleja de lo anterior una densidad muy alta de estructuras en sectores como Peka Peka y Te Pito Kura,, y muy baja en otros como Ohiro y Tahai, aunque ello puede verse afectado por el hecho de que la prospección se realizó únicamente en las inmediaciones de las áreas intervenidas por la Asociación. En Peka Peka hay ciertamente un alto número de estructuras levantadas (18), mientras que en sectores como Rano Raraku, rico en vestigios arqueológicos, sólo 6 estructuras fueron levantadas. Las estructuras han sido clasificadas en 16 tipos diferentes basados en su forma y metodología de construcción. Las categorías más frecuentes de piedras modificadas por el hombre en el área prospectada resultaron los manavai (96), los umu pae (70) y los hare moa (65), siguiendo en mucho menos cantidad los hare vaka (27), pavimentos (24) y pipi horeko (25). Estructuras de piedras menos frecuentes incluyen ana kionga (18), alineamientos de paengas (11), petroglifos (11), cuencos de moler (8), paengas sueltas (7), pu’u (5), hare kionga (5), tupa (2), hare oka (1) y crematorios (1) (Figura 6).
Individualmente estas estructuras de piedra de superficie nos hablan poco sobre la organización de la producción y el uso del paisaje en Rapa Nui. Sin embargo, encontrados en contexto, las asociaciones de las estructuras y su localización en relación con cada uno de los otros y las estructuras naturales del terreno, revelarían mucho sobre el pasado económico y el comportamiento organizacional.
La distribución de las estructuras arqueológicas en el área refleja un patrón de asentamiento disperso que consiste en unidades simples y nódulos de estructuras espacialmente asociadas. Entre estas asociaciones no hay co-asociaciones obvias y repetitivas de tipos específicos de estructuras, aunque frecuentemente manavai, hare moa y umu pae son encontrados juntos, así como hare vaka y jardines domésticos, y petroglifos y cuencos de moler o paneles con cuencos o taheta. La carencia de un patrón puede verse influido por la fragilidad del registro arqueológico y la habilidad para interpretar la función de los alineamientos, piedras simples y pavimentos. De todos modos, en los diferentes sectores catastrados, se pueden observar algunas asociaciones y densidades de estructuras tentativas. Así, en Maunga O-Pipi se observa una gran densidad de pipi horeko, en comparación con el resto de estructuras, en Peka Peka una gran densidad de ana kionga y hare kionga, y sobre todo de manavai, así como asociaciones de estos últimos y umu pae, y de petroglifos con paneles de cuencos y taheta. En Pua Pau los manavai, hare moa y umu pae aparecen asociados, al igual que en Aba de Anakena, donde los petroglifos y los cuencos de moler son también frecuentes y cercanos. En Ovahe es notoria la altísima densidad de umu pae.

Conclusiones
Como dijimos, las labores de levantamiento realizadas por la Asociación E Toru Hanua Nua Mea suponen un impacto más positivo que negativo, tanto para la isla, como para el propio patrimonio, ya que el levantamiento de estas estructuras domésticas evitan una serie de acciones destructivas (vandalismo, extracción de piedras para pesca o construcción, derrumbamiento por rascado del ganado, quema de piedras arqueológicas por fuegos no controlados, rotura de estructuras por raíces de flora intrusiva). El impacto negativo sobre las estructuras en cuanto a la pérdida de información para futuras excavaciones, también se considera relativo, ya que en estos trabajos los depósitos arqueológicos no se ven mayormente dañados o contaminados (el levantamiento implica solamente el movimiento de rocas de superficie, sin involucrar remoción de suelo).
Por otra parte, se ha de considerar al patrimonio como algo activo y dinámico, que cambia con el tiempo, inevitablemente, por acciones de diferentes entes, tanto naturales como antrópicos, y que pertenece, o más bien es parte, de la comunidad que habita donde éste se localiza, sobre todo en una comunidad como la rapanui, que es portadora de la cultura y las tradiciones que se hallan implícitas en el valor del patrimonio, y que vive en un paisaje cultural donde lo natural y lo cultural son indisociables.
Ahora bien, desde la arqueología, y para que estos trabajos pudieran ser valorados desde todo punto de vista, habría que complementar las tareas de los miembros de la comunidad, con un trabajo técnico previo y posterior, necesario para una adecuada presentación de los fundamentos, consecución de los permisos y un adecuado registro de estas evidencias arqueológicas, para futuras interpretaciones.
A nuestro parecer, una mejor gestión por parte de la propia Asociación, para conseguir permisos, financiamiento y asesoría técnica, conseguiría un total acuerdo sobre la conveniencia de que los trabajos de levantamiento, que en adelante serían de restauración, y se encuadrarían dentro de un proyecto que tendría en cuenta diversos fundamentos, se siguieran realizando, así como otros trabajos relacionados con el patrimonio.

Bibliografía
Fuentes UNESCO N 80. 1996. Centro del Patrimonio Mundial (UNESCO). Junio 1996
Molinari, Roberto. 1998. Orientaciones para la gestión y supervivencia de los recursos culturales: Proyecto de Reglamento para la Preservación del Patrimonio Cultural en Areas Protegidas de la APN. 1er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. www.naya.org.ar
Molinari, R., L. Ferraro, H. Paradela, A. Castaño y S. Caracotche. 2000. 2001 Odisea del Manejo: Conservación del Parimonio Arqueológico y Perspectiva Holística. 2do. Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. www.naya.org.ar
Molinari, Roberto. 2002. ¿Posesión o participación?: El caso del Rewe de la comunidad mapuche del Ñorquinco (Parque Nacional Lanín, Provincia de Neuquén, Argentina).  3er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. www.naya.org.ar
Price, S.N. 1997. Curso de Management de Sitios con Arte Rupestre. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Ms.

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